En Hispania se realizaban este tipo de ritos hacia el 206 a.C con un protagonista muy importante “Cornelius Scipion -Africanus-“ que honraba así la memoria de su padre y su tío ya difunto, y así en el transcurso de la historia los empuñados o gladiadores empezaron a levantar popularidad al enfrentarse con otros soldados. Con el tiempo, Roma decidió que tal evento o ritual tradicional de origen etrúsco debía seguir siendo algo importante en la vida social de su pueblo y que mejor que convertir en dicha tradición en un espectáculo admirado por todo el mundo y por el paso del tiempo.
Al principio eran soldados y con el pasar de las épocas eran substituidos por esclavos y posteriormente por soldados sin fortuna. Prisioneros de guerra, condenados a muerte o condenados por graves delitos se sumaron al elenco. La creación de anfiteatros logró mejorar el escenario.
Cada vez los espectadores querían más y como más importantes fueran los gladiadores mejor. En principio fueron espectáculos gratuitos y los que pagaban por tener gloriosos días de luchas de gladiadores, como los magistrados o los senadores, pagaban mucho para conseguir ver a los mejores del Imperio.
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